miércoles, 1 de octubre de 2014

pequeños textos sin relevancia (I)







A veces siento que la felicidad es un gesto, una contracción muscular.
Puedo elegirla. Apresarla. Esforzarme por serla y ser. Y parece, desde luego, felicidad. Pero hay en ella una cierta tibieza, algo sucio, residual, como el calor de un asiento recién desocupado. No es del todo mía. No sé, siquiera, si es del todo nada. Pero la finjo y me finjo, sonrío y me esfuerzo. Y, así, me relaciono con los otros. Les cuento historias con la voz aguda del que miente y no se cree del todo su mentira. Les cuento historias en las que soy y los demás me reconocen, en las que el mundo cobra sentido cuando lo toco con mis manos. Historias que les hacen sonreír y a mí me permiten ser, aunque sea de forma microscópica, desde esas bocas ajenas que brillan como paracaidistas nocturnos.
Pero la felicidad es siempre de los demás. Como si sólo pudiese existir en trayectoria, en el arco que dibuja la mirada maravillada y ajena. Como una nube que desaparece en la ventanilla de un avión o la luz pálida del fuego fatuo que se aleja. Un sentimiento que uno viste como si vistiera una cáscara o la piel mudada de un reptil mitológico.
Quizá lo que ellos llaman felicidad sea justamente eso, y a los demás sólo nos quede vivir en el eterno umbral de esa palabra.







foto: Bárbara Butragueño 2011
q

5 comentarios:

Juan dijo...

La felicidad. Qué palabra. La persigues y siempre se escapa.

Darío dijo...

Gesto, contracción, un espasmo maravilloso.

Anónimo dijo...

Me has tocado barb

Soledad dijo...

La felicidad es el presente, ese regalo que tenemos, q vivimos cada instante. No hay mas q eso. Lo demas no existe (por el simple hecho de que no está existiendo). Bellos tus sentires! Gracias!

Soledad dijo...

La felicidad es el presente, ese regalo que tenemos, q vivimos cada instante. No hay mas q eso. Lo demas no existe (por el simple hecho de que no está existiendo). Bellos tus sentires! Gracias!